El Patito Feo

El patito feo

Entre los juncos que crecían en el borde de la laguna había un nido lleno de huevos. Una mamá pata se encontraba sentada suavemente sobre ellos para darles calor, y esperaba pacientemente el nacimiento de sus patitos.

¡Crac! ¡Crac! Uno tras otro empezaron a abrirse los huevos, y los patitos empezaron a asomar sus pequeñas cabecitas.

Al ver a uno de ellos, la mamá pata se preguntó “¿Qué será esa horrible ave gris que apareció?”. Al no salir de su asombro, la mamá pata exclamó “Ninguno de los otros patitos es como este”.

Días después la mamá pata se lanzó al agua para enseñar a nadar a sus crías, y todos saltaron sin problema alguno. Incluso el Patito Feo nadó junto a sus hermanitos.

En el corral todos se burlaban del Patito Feo diciendo:
- ¡Qué feo es ese patito! ¡Sáquenlo del corral! ¡No lo queremos!

La mamá pata trató de protegerlo, pero de nada sirvió.

“Creo que será mejor que me vaya lejos, muy lejos”, pensó el Patito Feo. Entonces saltó el cerco y salió tan rápido como pudo.

Llorando se acercó al borde de la laguna. Al ver su reflejo en el agua, el Patito Feo comprendió que era muy distinto a sus hermanitos.

Al ver su cara distorsionada en el agua, dijo amargamente:
- Soy muy feo. Llegó el otoño. Las hojas se pusieron amarillas y rojizas en el bosque.

Una tarde, el Patito Feo vio unos cisnes entre los arbustos, y dijo:
- ¡Qué lindos son esos cisnes!

Los días comenzaron a ser cada vez más fríos y el pobre Patito Feo tuvo que nadar en el agua helada que empezaba a congelarse.

En primavera, cuando las flores comenzaron a aparecer, el Patito Feo notó que sus alas se habían agrandado, volviéndose muy fuertes. Decidió entonces batirlas contra su cuerpo para elevarse en el aire.

A lo lejos divisó un gran jardín donde los hermosos cisnes nadaban en un estanque. “Me gustaría ir con ellos”, pensó el Patito Feo. “Aunque soy muy feo, igual lo intentaré”.

Se acercó y nadó rápidamente hacia los cisnes cuando miró su propio reflejo en el agua. ¡Qué sorpresa!, ya no era un ave oscura y fea. Ahora era un hermoso cisne blanco.

Unas niñas gritaron:
- ¡Un cisne nuevo! ¡El más lindo de todos!

El Patito Feo pensó:
- Jamás soñé tanta felicidad.


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