¿Cómo aprenden nuestros hijos? Reflexionando al modo de Piaget

¿Cómo aprenden nuestros hijos?
Jean Piaget, psicólogo experimental, filósofo, biólogo suizo

Cuando intentamos aproximarnos al desarrollo mental del niño parece apropiado revisar algunos conceptos del psicólogo suizo Jean Piaget. Aunque todos hemos sido niños, pocos recuerdan o analizan el proceso de aprendizaje de la vida. Este desarrollo psicológico infantil, siguiendo al autor mencionado, se origina con el nacimiento del individuo y culmina cuando el niño se “convierte” en adulto.

Resulta curioso constatar que, a diferencia de otros investigadores, Piaget, no considera un desarrollo mental intrauterino lo que le acerca a la idea lockiana de “la tábula rasa” o “pizarra en blanco”.

John Locke, célebre propulsor del “liberalismo” e inspirador de las democracias del mundo, fue también uno de los fundadores del empirismo que predominó en Inglaterra en el siglo XVII – XVIII extendiéndose al Nuevo Mundo durante la colonización. La filosofía empirista surgió como una reacción contra el exagerado racionalismo que siguió a Descartes.

También existen otros autores que no aceptan un final del desarrollo mental en ninguna edad, sino con la muerte. Para estos autores nunca habría un principio definido ni un verdadero fin de estos procesos psíquicos interconectados que engrosan un gigante inconsciente colectivo.

Algunos detractores de Piaget no aceptan que este desarrollo infantil pueda ser dividido en “pedazos” o “estadios” porque se trata de un todo indivisible y coherente.

La dinámica de la evolución mental por medio del equilibrio piagetano, en cambio, propone una evolución mediante grados de equilibrio móviles llamados “estadios”. En los Estadios de mayor equilibrio móvil siempre habrá un “pie” de apoyo preparado para evitar una caída.

Subyacente a los cambios que se operan en este juego de equilibrios y desequilibrios, posibilitando las acomodaciones y reajustes y todo el universo de variables existente, hay mecanismos que permanecen “quietos”.

Estos mecanismos son los encargados del fenómeno de la adaptación, son mecanismos organizadores que permiten hacer orden en el caos y avanzar, hacia el mundo abstracto, por medio de la diferenciación de los objetos y sujetos de alrededor.

Este doble aspecto, en el desarrollo mental, uno variable y otro invariable, se grafica en el siguiente ejemplo: La demanda de una respuesta a la pregunta: ¿Qué es la vida? es una constante que puede ir alcanzando respuestas diferentes, según el grado de evolución. Desde un punto de vista individual, el norte, el objetivo perseguido, es la capacitación para vivir en el mundo del momento.

Vemos entonces que el viento que sopla sobre la “equilibración” de Piaget, es una constante que implica sucesivas “desequilibraciones” en procura de estados de equilibrio menos rígidos, con cierta “cintura” o capacidad de absorción para los “desencantos”.

El desarrollo mental de un niño guarda analogías con el crecimiento de su cuerpo físico. También el organismo del infante busca un equilibrio, un estado preferente y definido. Así es como, los continuos cambios operados en el cuerpo y en la personalidad obligan a un “reajuste”.

Pese al parecido existen diferencias sustanciales entre los procesos de evolución del cuerpo y de la mente. El “hardware”, es decir lo relativo al cuerpo, llega a una forma estática de equilibrio y luego empieza la decadencia.

Por el contrario, la “equilibración” mental no se termina, cada vez más móviles, las formas más evolucionadas del equilibrio psicológico no se frena con la madurez física.

Los mecanismos de reajuste y de acomodación que se dan constantemente se encargan de mantener frescas las funciones superiores relacionadas con la inteligencia y la afectividad.

Piaget nos expone así una serie de estructuras mentales, originales (diferenciadas en la historia psicológica del niño) donde las “estructuras superadas” subsisten como estratos o subestructuras formando un complejo de andamiajes mentales.

En este sentido la ecuación piagetana relaciona la capacidad adaptativa con el hallazgo de equilibrios cada vez más móviles que proporcionan al joven más alternativas en situaciones límite de la vida ordinaria.