Síndrome de los hijos “Bon Bril”

Cuando los hijos, a pesar de ser ya mayorcitos no se van de casa de sus padres para no sacrificar su bienestar en favor de su independencia.

Síndrome de los hijos “Bon Bril”

El síndrome de los hijos “Bon Bril” fue acuñado tras un comercial de televisión en el cual se veía a un padre mayor hablando con su hijo de más de cuarenta años y le preguntaba si no creía que ya había durado más en la casa paterna que las esponjas “Bon Bril” cuyo slogan era: "Si dura mucho, es Bon Bril". A lo que este le respondía que no creía haber durado tanto.

El término describe a aquellos hijos ya mayores que, pese a tener las condiciones para independizarse siguen viviendo con sus padres, porque no quieren sacrificar esas comodidades.

La postergación de la salida de la casa paterna es un fenómeno que se da en todo el mundo y tiene algunas explicaciones. En primer lugar, el encarecimiento del costo de vida. En segundo, las exigencias del mercado laboral que demandan una mayor formación académica, lo que conlleva más cantidad de años estudiando, los costos educativos que ello implica. Sumado a que por estas mismas causas, se va dilatando cualquier tipo de proyecto de pareja y familia.

Este fenómeno también se denomina síndrome del nido lleno, en contraposición a lo que se conoce como síndrome del nido vacío. Es más frecuente en hombres que en mujeres. Además de que social y culturalmente, está mejor visto que las mujeres vivan con sus padres pese a ser mayores, producto, en parte, de los resabios del machismo y los patriarcados. Paradójicamente, y por esto mismo, para hacer valer su lugar y sus derechos de equidad de género, es que son ellas las que se independizan primero.

La psicóloga Diana Barenboim autora de una investigación de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) titulada "El fenómeno del nido lleno. Juventud crónica y nuevas formas de familia", señala:

Ha habido una renuncia muy grande de los padres en su propia vida estudiando algo por deber y no por placer, entonces les dan la oportunidad a sus hijos de cambiar su historia.

Antes la edad para independizarse era alrededor de los veinte o veinticinco, ahora es de los treinta o treinta cinco.

Según el informe de la UADE:

Tanto padres como hijos consideran natural que la manutención económica esté a cargo de los progenitores.

Estos adultos que se comportan como niños en la casa paterna, son producto de una sociedad que fomenta en algún punto el hedonismo, el placer. Por ello, aquellos que tienen un buen pasar económico producto de ser profesionales exitosos y de no tener obligaciones económicas familiares, deciden gastar su dinero en viajes, tecnología, automóviles, etc.

La psicóloga colombiana María Helena López, señala:

…los adultos jóvenes hoy tienen muchas expectativas, quieren tenerlo y vivirlo todo y eso cuesta. Vivir con los papás les permite salir, viajar, rumbear. Esta generación es la del no sacrificio, quieren tener una vida fácil, y vivir con los papás ciertamente lo es.

El psicoterapeuta argentino, especialista en Vínculos, Salud Mental Comunitaria Miguel Espeche, explica:

Muchos jóvenes se resisten a pasar por los mismos sacrificios que pasaron sus padres al independizarse y prefieren aprovechar las ventajas de ser jóvenes hasta último momento porque están convencidos de que la adultez es sinónimo de que ya no la van a pasar tan bien. Además, los hogares de ahora son mucho más abiertos y hospitalarios que los de antes.

Los hijos “bon bril” y el síndrome “Peter Pan”

Los hijos “bon bril” se niegan a crecer, son eternos adolescentes y por ello se les asocia con el síndrome de Peter Pan.

La psicoanalista miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina Adriana Guraieb, explica sobre los hijos “bon bril”:

…estos jóvenes se resisten a abandonar la soltería y conservan una dependencia a su familia nuclear. También están los llamados ‘estudiantes crónicos’, que dejan colgadas materias y siguen sin independizarse con el pretexto de que para estudiar tienen que estar cómodos. A estos grupos de hijos se agregan los separados que regresan como jóvenes boomerang.

Por su parte María Helena López, advierte:

Su adultez no se puede medir sólo por el hecho de que vivan con ellos.

Qué pasa con los padres de los hijos “bon bril”

No es casual que los hijos “bon bril” no quieran abandonar la casa paterna, ello tiene su sustento en unos padres que tienen unas determinadas características que los favorecen y estimulan. Son sobreprotectores, les gusta tener a sus hijos en el nido, ya que si no cumplen el rol de padres, no sabrían qué hacer de sus vidas, el tener el nido vacío podría hacerlos tambalear emocionalmente e incluso poner en riesgo su propia vida de pareja.

Pero al mismo tiempo, este fenómeno les impide a su vez a estos padres disfrutar de los logros obtenidos tras sus años de vida laboral. Descansar, viajar, utilizar la habitación vacía de sus hijos como escritorio o sala de música.

La médica psiquiatra argentina Graciela Moreschi, afirma que:

…se supone que cuando los hijos se independizan comienza una etapa de disfrute luego de décadas de postergaciones. Es su momento de reencontrarse como pareja, de irse de viaje o de poner un piano en la habitación vacía, lo que deseen.