El Apocalipsis bíblico

El texto del último libro de la Biblia responde a un estilo de escritura metafórico que existía en los primeros años de nuestra era, por lo que es difícil interpretarla de manera literal.

El Apocalipsis de la Biblia
Pintura realizada por el artista estadounidense Benjamin West en 1796 que lleva por nombre "Muerte en el caballo pálido".

El Apocalipsis es el último de los 66 libros que la Biblia recoge, y uno de los más controversiales, debido, sobre todo, a su contenido simbólico. Si algo queda claro al leer este texto es que en él se narran los eventos que ocurrirán durante la segunda venida de Cristo a la Tierra. Lo que está en debate es si se trata de un panorama literal que se cumplirá al pie de la letra o solo una metáfora de la lucha entre el bien y el mal. Hay más de un riesgo implícito en cualquier intento por leer el Apocalipsis bíblico de manea literal.

Lo primero es que este tipo de acercamiento deja a un lado el valor metafórico del texto, al asumirlo como una predicción exacta de cómo será el fin del mundo.

En segundo lugar, la interpretación literal puede llevar a la convicción absoluta de que el fin es inminente. Esto debido a que varias de las catástrofes expuestas en el Apocalipsis parecieran aludir a eventos de la historia reciente. Ha sido notorio que los partidarios de esta perspectiva fatalista han estado anunciando la llegada de los últimos tiempos desde el siglo I después de Cristo.

Contexto histórico

El Apocalipsis fue escrito alrededor del año 60 d.C. pero en el siglo III de la era cristiana, cuando ya no quedaba vivo nadie que hubiese conocido a Jesús o a los apóstoles, las autoridades de la iglesia tuvieron problemas para determinar quién era el verdadero autor de este texto profético. Convencionalmente se piensa que la autoría del “libro de las revelaciones” le corresponde a Juan el Evangelista, debido a que al inicio del Apocalipsis su autor se identifica como “Juan”. Sin embargo, no existe evidencia arqueológica suficiente que corrobore esta suposición.

Ya se trate de uno de los compañeros cercanos de Jesús o de otra persona, lo que sí queda claro es que este Juan fue perseguido por el imperio romano por la fe que profesaba. Así lo manifiesta el propio narrador cuando explica que al momento de recibir el mensaje divino que contenía las profecías del Apocalipsis, él se encontraba recluido en Patmos. Este lugar es una isla del mar Egeo, a donde Roma enviaba a los cristianos para someterlos con castigos hasta hacerlos renegar de su religión.

Los textos apocalípticos eran una forma de literatura muy común por aquellos años. Se trataba de escritos en los que el bien y el mal se enfrentaban. La victoria definitiva del bien era una prerrogativa indispensable de este género, porque estos textos debían reivindicar la visión del mundo de una comunidad religiosa en particular, la de los cristianos perseguidos en este caso. Sabiendo esto, es más sencillo comprender la ira que Dios demuestra en ciertos pasajes del Apocalipsis. Su furia desmedida, manifestada como plagas que azotan a la humanidad, en realidad sería una advertencia simbólica para aquellas personas que procuran hacer el mal al prójimo en la Tierra.

Los ejes temáticos del Apocalipsis

El Apocalipsis bíblico se puede dividir en siete ejes temáticos o núcleos. Estos estarían localizados en siete partes fácilmente diferenciadas e identificables del texto.

En el primer núcleo el narrado explica que el Apocalipsis es una revelación de Jesús para los hombres. Este mensaje inicia con una imprecación a los miembros de siete importantes iglesias cristianas en Oriente (por medio de su hijo, Dios les recuerda a sus creyentes que no deben abandonar el fervor de su fe). Estas iglesias estaban en Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea.

En el segundo núcleo se habla del arribo del cordero, símbolo de Jesús, a la corte de Dios. El cordero es el único ser capaz de leer el libro de la sabiduría que Dios tiene en sus manos. Mientras el cordero retira los sellos que resguardan al texto sagrado, los cuatro jinetes del Apocalipsis se presentan y parten para la Tierra.

El tercer núcleo muestra cómo al final de los tiempos siete plagas, producidas por el tañer de las trompetas de siete ángeles principales, servirán para castigar a todos los hombres que eligieron el camino del mal.

El cuarto núcleo trata de cómo las fuerzas del mal tendrán un último repunte sobre la Tierra con la llegada de la bestia. Esta es una criatura de aspecto terrible, con siete cabeza y diez cuernos. En el cuerpo de la bestia se mezclan partes de dragón, leopardo, león y oso.

En el quinto núcleo se habla de las siete copas de la ira de Dios, que al ser derramadas en la Tierra servirán para marcar a aquellos hombres que persistan en su impulso por apoyar al mal y a la bestia.

El sexto núcleo está constituido por el juicio y la caída de Babilonia, que es como llaman a Roma, considerada como “la madre de las prostitutas”.

El séptimo núcleo hace referencia al juicio final y a la victoria definitiva del bien sobre el mal.

Mensaje esperanzador

El final del Apocalipsis debía brindarles a sus primeros receptores, los cristianos del siglo I de nuestra era, un claro mensaje esperanzador: la justicia y el bien siempre prevalecen sobre la oscuridad y la maldad.