El secreto del método danés para criar niños felices

La empatía, el respeto, el lenguaje positivo, el juego y la autenticidad, son algunos de los secretos de los daneses para criar niños y adultos felices.

niños felices

La psicoterapeuta danesa Iben D. Sandahl, y la columnista estadounidense Jessica J. Alexander son las autoras del libro “Cómo criar niños felices: El método danés para desarrollar la autoestima y el talento de nuestros hijos” y en él revelan el secreto para criar niños plenos, tolerantes a la frustración y con alta autoestima.

Desde 1973 y durante los últimos años, Dinamarca fue declarado como el país más feliz del mundo por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Si bien en este 2018 fue desplazado del primer puesto por Finlandia, sigue estando en los primeros lugares y ello tiene una justificación.

La escritora y psicóloga norteamericana Jessica Joelle Alexander, dice que se explica por la forma en que los daneses crían a sus hijos:

Esto se logra gracias a que, desde pequeños, los niños están en contacto con sus sentimientos, tienen seguridad en sí mismos y la capacidad para ver el lado positivo de las cosas.

Jessica Joelle Alexander e Iben Dissing Sandahl afirman:

….niños fuertes, emocionalmente seguros y felices que se convierten en adultos fuertes, emocionalmente seguros y felices que después repiten el mismo proceso con sus hijos.

Las autoras proponen 6 pautas para modificar la crianza de los hijos siguiendo el modelo danés en favor de criar niños más felices:

1 Apostar por lo lúdico

Siempre se ha dicho que los niños aprenden mucho mejor jugando, pero suele ocurrir que esto se limita a los niños en edades más pequeñas, edad prescolar y luego se omite este método de enseñanza. Sin embargo, aprender a través del juego es algo que se puede mantener a lo largo de toda la vida, incluso de la adulta. Así las autoras hacen énfasis en este punto:

Si los niños siempre están luchando por conseguir algo, como buenas notas, premios, o el reconocimiento de profesores o de sus padres, no lograrán desarrollar su impulso interior. El juego puede ser usado para mejorar las habilidades de superación de adversidades, en especial las de adaptación, de resolución de problemas y de establecimiento de metas.

Pero las autoras no son las únicas que defienden el juego como método de enseñanza, sino que son varios los expertos que apuestan por él en diversos ámbitos de aprendizaje.

El profesor en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra José Luis Orihuela dice al respecto:

Al comienzo de la escolarización el aula es un espacio de juego, de descubrimiento y de encuentro. Hoy hablamos de “gamificación” porque estamos redescubriendo el potencial didáctico de los espacios lúdicos. Los juegos son una cosa seria, también en el aula. No se puede enseñar nada a los alumnos cuando están aburridos; en cambio, aprenden solos cuando se divierten enfrentando problemas desafiantes. Las dinámicas de grupo, los proyectos, debates, simulaciones y trabajos de campo sirven para que los estudiantes se pongan en ‘modo juego’ y se liberen de las restricciones del aula y de la clase magistral. Jugar es la más antigua forma de aprender.

2 Ayudarles a ser auténticos

Fomentar el que sean genuinos, que no se comparen con los demás (no haciéndolo uno mismo), que se enfoquen en sus esfuerzos y capacidades.

Ayudar a los niños a sentir que pueden volverse expertos en algo en vez de hacerles sentir que ya lo son crea bases más sólidas.

3 Ser positivos en el uso del lenguaje

Los daneses evitan hablarles a sus hijos con un lenguaje que sea negativo o limitante. Es decir, se centran en los aspectos positivos de las situaciones, en el aprendizaje del proceso y/o en el éxito de los resultados.

Las autoras explican:

Los optimistas realistas simplemente filtran información negativa innecesaria, aprenden a ignorar palabras y experiencias negativas y desarrollan el hábito de ver situaciones ambiguas bajo una luz más positiva.

la redefinición con los niños consiste en que el adulto ayude al niño a cambiar su perspectiva de lo que él o ella cree que es incapaz de hacer en algo que sí puede lograr. El adulto debe motivar al niño a ver ciertas situaciones desde distintos puntos de vista y lograr que se centre menos en los resultados o conclusiones negativas.

4 Fomentar la empatía

Empatizar, ponerse en el lugar del otro es muy importante para relacionarse con los demás. Pero para comprender las emociones de los otros, primero los niños deben comprender las propias. Problematizar sobre las emociones es un buen camino.

5 No a los ultimátum

En la cotidianeidad muchas veces los padres apostamos por los castigos rápidos, los ultimátum, en vez de ver más allá y tratar de ahondar en el tema. En lugar de hacer esto, las autoras sugieren negociar con los hijos tratando de que de esa negociación quede una enseñanza.

Alexander y Dissing dicen al respecto:

Lo que a menudo sucede es que los padres pierden en esta configuración. Podemos perder la cercanía (gobernando con miedo), podemos perder la perspectiva (escogiendo las batallas y no la guerra o las grandes líneas de la paternidad), y podemos perder el respeto (si no lo siguen). El uso de la empatía y un enfoque más basado en el respeto tiene un efecto boomerang. Enseñe respeto, sea respetuoso y usted será respetado es el lema.

6 Reforzar la unión y el hygge

Las autoras proponen dejar un espacio en la vorágine del día, para disfrutar de este estado de bienestar que significa en “hygge” para los daneses junto a nuestros hijos.

Se busca desconectar de todo y dedicarse a estar con quien más se aprecia en un ambiente acogedor. El concepto de unión y 'hygge' tiene demasiadas implicaciones pero, esencialmente, es hacerte tú mismo a un lado por el beneficio de un todo. Es dejar el drama en la entrada y sacrificar tus necesidades y deseos individuales para hacer que una reunión grupal resulte más amena.