Leer poesía de mujer
Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Estos versos corresponden a unas redondillas de Sor Juana Inés de la Cruz, poeta y primera dama de las letras latinoamericanas. Ella, como lo demuestra este fragmento, fue víctima de un sistema que se dedicó a ahogar su inteligencia y pasión por las letras. Ella, como tantas otras, fueron presas de la incomprensión y la intolerancia de una sociedad que no consideraba a la mujer como un ser humano. Luego, a fuerza de espíritu y condición, fueron abriendo caminos, tan merecidos como ocultos, tanto en la literatura como en todas las artes. Tal es el ejemplo de Sor Juana que toda una vida debió luchar contra todos sus detractores que la odiaban sólo por el hecho de que ella fuera inteligente y maravillosamente capaz.
Retrotrayéndonos, la poesía occidental se puede remontar a la décima musa, Safo. Esta poetisa griega nacida en el siglo VI a.c. fue y es lo que se considera la primera poetisa occidental. Su poesía, profundamente sentimental, fue una de las más importantes de la antigua Grecia. Su exaltación del amor y su constante veneración a Afrodita, la hicieron el máximo exponente femenino en siglos de la poética. Sus cantos y su transcendencia tienen ecos en el resto de la historia de la humanidad y especialmente en la mujer.
Luego, la opresión y los roles sociales, fueron condicionando la producción femenina. Además, se debe tener en cuenta, que la poesía no era considerada como ningún tipo de arte según diversos tratados estipulados por algunos griegos, entre ellos, nada más ni nada menos que Platón. Lo único que tenía importancia como arte era la poética épica como es el caso de la Ilíada o la Odisea. La poesía era considerada algo menor, desdeñable y sin ningún tipo de valor.
Luego llegaron los romanos, luego el desorden en Europa, la Edad Media con su oscuridad y tuvo que llegar el humanismo para darle luz a la humanidad. La mujer empieza a tomar características diferentes y cambia su rol de objeto por la humanidad más digna de alabarse y maravillarse. Renacen las Venus y las Galateas. Pero la mujer, real y social, continúa bajo el yugo de la sociedad y la Iglesia. La expresión está muy limitada y esta solamente se produce bajo esporádicas creaciones que nunca llegan a ser publicadas. Los textos que logran sobresalir son en formas de sonetos o textos epistolares. Pero, años después, la Contrarreforma se encargó de enterrar todo tipo de efluvio lírico. Sin embargo, la mujer ya había adquirido cierta importancia y todas las mujeres del mundo estaban tomando sus lugares en el mundo. Pero, la poesía no era considerada de relieve y menos aún la mujer en un género menor.
Tenían que pasar muchos años para que la mujer tenga el rol que tanto se merecía. Por medio del Romanticismo, la mujer es el centro de la atención. Es el foco de idealización y de fascinación y los poetas mueren por ellas. La poesía adquiere un rol fundamental y se consolida como género principal. Los exponentes femeninos comienzan a florecer aunque no en demasía ya que por esa época, el realismo y la novela, tenían muchísima influencia. No por eso, el romántico brinda dos de las mayores exponentes de la literatura: Rosalía de Castro en la literatura española y la “Browning” (Elizabeth Barret Browning) en Inglaterra:
“De mi cabello nunca di un rizo a ningún hombre, amado mío, salvo el que te ofrezco ahora y, pensativamente, en toda su largura sombría, voy ciñendo en torno de mis dedos…” Elizabeth Browning
Los comienzos del siglo XX produjeron una correntada de vanguardias literarias y artísticas que permitieron el desarrollo de una infinidad de expresiones. Entre ellas, el modernismo femenino se manifestó de una forma maravillosa y exponencial. La poesía femenina se abrió camino entre el círculo masculino y dio muestras de una excelencia y profundidad nunca vistas. A partir de estos primeros siglos la puerta estaba abierta y la mujer tenía un puesto adquirido en el Parnaso.
Actualmente, la poesía ha perdido vigencia con el aumento de otros medios de expresión como son la música y el cine. La poesía ha vuelta a ser lo que fue antes, un género menor. Publicar un libro de poesía es como publicar un libro manuales para arreglar relojes victorianos, y así, estos serían más productivos. La lectura es un hábito que se ha perdido y leer poesía, que es un laberinto en sí mismo, aún más. Por eso, recorrer la poesía femenina es recorrer lo que se vivía y lo que se perdió, es descifrar en el alma de todas las mujeres sepultadas a través de la historia, leer poesía de la mujer es leer su lucha y su ser.