Crisis de pareja y consejos para revertirla
Iniciar una relación de pareja es, sin ninguna duda, una de las experiencias más mágicas a nivel emocional que existen. El enamoramiento contempla sensaciones físicas y mentales altamente placenteras en las que la burbuja de la ensoñación y las expectativas de una “vida perfecta” se suceden en un estado de ánimo exacerbado por las hormonas.
Esta podría ser la descripción de la primera etapa del enamoramiento y, si bien es cierto que el ciclo de la vida “per se” impide que esta situación se mantenga inalterable y carente de evolución, es bien cierto también, que la madurez y las expectativas razonables de cada uno de los componentes de la pareja, son determinantes en ciclos futuros.
Resulta sorprendente y curioso cómo se aplica de forma constante el cliché, “la pareja ideal no existe”, ideal término proveniente de las ideas y no de la realidad, hace referencia a un estado en el que el cuento de hadas es el centro y núcleo de la vida.
Nos enfrentamos por lo tanto a una confusión de conceptos, máxime si tenemos en cuenta que los cuentos de princesas duran, como mucho una hora y media de cine.
Vivir en pareja y utilizar el término ideal, debiera hacer referencia a, cuantas situaciones complejas de las que la vida presenta incesantemente se pueden resolver caminando de la mano con nuestro compañero/a. Cuántos hijos sanos, plenos y equilibrados, sin que ello esté carente de esfuerzo, dolor y sacrificio, han podido criar juntos. Cuantos nuevos comienzos han vivido de forma cómplice. En definitiva, cuántas crisis han compartido…
Como todos los procesos de aprendizaje en la vida, el vínculo de la pareja se fortalece frente a la adversidad con una fuerza que no lo hace en otros escenarios. Sin embargo, la línea que separa el fortalecimiento del abandono es tan fina, que conviene no perder de vista nunca qué fue lo que les unió y cuánto de ellos mismos están dispuestos a ceder para mantenerlo.
La convivencia, una teoría aceptada
En muchas ocasiones es la convivencia la que resulta responsable de las rupturas, pasar una vida con otra persona conlleva un conflicto latente que hay que tener presente.
La vida no está exenta de problemas y la convivencia es un caldo de cultivo para que todo explote por los aires cuando surgen los inconvenientes si las bases de la pareja no están asentadas sobre cimientos sólidos.
La convivencia armónica es un proceso permanente en el que el manejo de los matices es dinámico y requiere una actitud activa, aprender a hilar fino en los distintos escenarios que presente la vida, es un proceso de constante renovación.
Es muy frecuente que los hilos no siempre estén carentes de nudos, por lo que la paciencia y el amor permanente, son las únicas herramientas para deshacer los nudos y seguir caminando.
La actitud en los conflictos
Todas las parejas tienen conflictos, y recurrentes en muchas ocasiones. Se trata de temas o situaciones que, únicamente con tratarlos se está abriendo la brecha de la incomprensión y las tensiones.
Las respectivas familias, la educación de los hijos, el manejo de la economía doméstica, rivalidades laborales, infidelidad, tiempo y espacio y el sexo, son algunos aspectos rodeados de un halo de conflictos recurrentes en la pareja.
Es muy importante sentar las bases de la pareja de forma honesta, reconociendo virtudes y también aspectos de nosotros mismos que no se han pulido suficiente o en los que arrastramos temores ancestrales que condicionan nuestro comportamiento y, es fundamental, que nuestra pareja los conozca y nosotros conozcamos los suyos. Una pareja es un compañero/a y la confianza es la base del éxito y la solidez.
Los conflictos, un gran campo de batalla
Resulta sorprendente como, ante una situación de conflicto, los pecados más tradicionales se sitúan encima de la mesa aportando una dificultad añadida a la resolución.
Hombres y mujeres utilizan lo “peor de ellos mismos” para salir victoriosos en una discusión, olvidando que en ese escenario nadie tiene la victoria.
Conviene recordar que la persona que tenemos delante es nuestro compañero/a de camino y que el complemento se produce porque existe algo que esa persona tiene y nosotros no y, viceversa. Es fundamental por lo tanto estar abierto para adquirir e incorporar a nosotros mismos las cualidades que tiene el otro y que, en su día, fueron determinantes para que se produjera el enamoramiento.
Uno de los errores fundamentales en lo que caen las parejas consiste en querer cambiar al otro. Un aspecto incomprensible si tenemos en cuenta que los cambios demandados no forman parte de la evolución propia de la vida, sino que son pretensiones de cambios en lo más íntimo del otro, gustos, temores, ideales, objetivos, valores, etc. Pretender que la otra persona se convierta en un ser nuevo, es una causa de fracaso constante y recurrente.
La sexualidad, termómetro de la relación
Si bien es cierto que el sexo es sólo una arista más en la relación, está comprobado científicamente que el sexo actúa en mucha ocasiones como un termómetro del estado de la pareja.
Es más que evidente que, la sexualidad, es un aspecto dinámico en la pareja, se va modificando a medida que esta se consolida, sin embargo, no está del todo claro que la rutina, la falta de deseo y la inapetencia, tengan que ser las pautas que rijan la relación sexual de una pareja a medida que transcurren los años.
El sexo es la representación de un estado de equilibrio cuerpo-mente-alma, cuando una pareja va caminando su vida y encuentra las pautas para aceptar al otro, el sexo debe reflejar esa consolidación alcanzando niveles de unión supremos en los que el placer se transforme en una forma alimentarse mutuamente de nueva energía.
El sexo es muy sensible a los estímulos externos, ante una situación complicada, un problema ocasional o un conflicto importante, los niveles de apetencia sexual quedan relegados a un segundo plano donde la necesidad de apoyo y comprensión adquiere un aspecto más relevante. Es absolutamente necesario comprender, aceptar y compartir los ciclos del otro/a y resolver los conflictos de forma inmediata, especialmente los que impactan directamente en la intimidad de la pareja.
Conclusiones
Para finalizar y partiendo de la base de que todas las teorías son válidas pero después hay que vivir el día a día, las principales pautas para mantener el amor vivo en la pareja se centran en una carencia total de egoísmos, una convicción absoluta del camino elegido y desterrar completamente la idea de cambiar al otro.