Hormonas y emociones
Ser madre es una experiencia única, la cantidad de cambios a los que se enfrenta el cuerpo de una mujer para albergar durante nueve meses a un ser en crecimiento, son absolutamente milagrosos y completamente sorprendentes. La maternidad es la prueba fehaciente de lo perfecta que es la máquina llamada “cuerpo humano”.
Durante el embarazo, el parto y el postparto se producen una serie de movimientos hormonales que preparan al cuerpo de la madre para enfrentar las necesidades del bebé en cada una de esas etapas. Las hormonas provocan cambios en los estados de ánimo por lo que son generadoras de emociones, por lo que resulta obvio indicar que la maternidad es, fundamentalmente, una exaltación de la emoción.
El término depresión postparto, se acuñó ancestralmente como respuesta fácil a los diferentes estados de ánimo por los que atraviesa una mujer tras alumbrar a su bebé. Sin embargo, no es un asunto tan simple ni que se circunscriba en exclusividad a la parte psicológica.
Tras el parto, el cuerpo debe iniciar un proceso adicional de involución hormonal, técnicamente hablando, esto significa que, cada cambio que se produjo para permitir la formación, crecimiento y alumbramiento del bebé, debe volver paulatinamente a su estado habitual. ¿Es o no para llorar, después de nueve meses de agotador embarazo y la experiencia de llegar a casa con un ser 100% dependiente?
Después del embarazo
Durante los últimos nueve meses, su cuerpo ha tenido que experimentar un vientre enorme que albergaba a un ser en formación. Cuando nace el bebé no son únicamente los músculos abdominales quienes tienen que volver a su estado normal, sino todo el refuerzo emocional que acompañaba al vientre, el que desaparece.
Adicionalmente a esa involución no sólo corporal sino emocional, la mujer se somete a múltiples consejos que ella no solicita, es evidente que esta situación, incrementa los niveles de ansiedad y angustia lo que sin ninguna duda lleva a la madre a sentirse cuestionada en su capacidad. La responsabilidad es ciertamente muy grande, es una tarea difícil y nada comparable a cualquier experiencia anterior.
Dependencia sin apego
Otra de las causas que incrementa los niveles de tristeza en las madres es la falta de conductas afectivas de los bebés, quienes evidentemente no están –aún- preparados para mostrar afecto.
El bebé únicamente llora en respuesta a una necesidad y le resulta indiferente quien satisfaga la misma, por lo que la madre puede llegar a sentirse vacía y experimentar sentimientos de pena exaltada y alentada por las hormonas en funcionamiento.
Madre además de mujer
Cualquier cambio resulta complejo, pero convertirse en madre además de ser mujer lleva implícito un periodo de adaptación, los cambios se suceden en todos los hábitos de la vida, profesionalmente, a nivel de pareja, física y psicológicamente, por lo que es necesario darse el tiempo para acostumbrarse al nuevo escenario vital.
El hombre, el padre
Retomando el punto anterior, la mujer se enfrenta a una nueva etapa en su relación de pareja. Desde ese momento, ve a su compañero no sólo como hombre, sino también como padre y este es un punto de inflexión adicional en las emociones. La pareja se enfrenta a comportamientos nuevos y es natural que se produzcan tensiones al principio.
Cansancio físico
Como último escalón en esta secuencia de cambios drásticos, no podemos dejar pasar el desgaste, tanto mental como físico que experimenta la mujer y que es traumático.
La mujer debe tener los espacios para concederse tiempo para ella misma, permitirse vivir los distintos estados de ánimos por los que atravesará y el constante cuestionamiento sobre su futuro y sus capacidades para ser madre.
Aprender a ser madre
Con la máxima de “un hijo es para toda la vida” la mujer debe enfrentarse a que nunca volverá a ser la que era antes de la maternidad y que, ser madre es algo que se aprende cada día.
Para finalizar, trasmitir que la “depresión postparto” es el resultado de un cambio estructural, requiere un tiempo de adaptación y aceptación y una vez superado, la mujer saldrá reforzada y, por supuesto…, mucho más madura.