El Perdón, clave de la libertad y la plenitud
Vamos a abordar un tema espinoso en su análisis y mucho más aún en su complejidad por lograrlo. Somos seres eminentemente emocionales e instintivos y mientras estos rasgos se dan de forma innata en todos los seres humanos, el aspecto racional, el que ordena las emociones y las canaliza como forma de lograr el equilibrio, es el cerebro y éste, es un músculo que necesita ejercitarse mucho para avanzar, evolucionar y soltar los lastres adquiridos y arraigados durante nuestro transitar por la vida.
Pasado y futuro, parte de nuestras vidas
No cabe ninguna duda que nuestras experiencias futuras, estarán condicionadas por las pasadas. Somos lo que somos gracias a la unión de nuestra esencia, nuestra genética y neutras experiencias vitales. Viejas pautas de comportamiento aprendidas en base a la teoría de Pavlov –estímulo, respuesta- combinadas con nuestras propias creencias limitantes, dan como resultado a la persona que somos hoy.
La única forma de re-nacer tras cada experiencia vital es asumiendo el aprendizaje que ésta nos haya dejado como parte positiva del proceso y desechando lo que nos suponga una atadura, liberarse de pensamientos y situaciones que nos causan dolor sin olvidarse del dolor sufrido, es la clave para convertirse en un Ave Fenix permanente en el devenir de nuestra vida.
Liberarse, una cuestión interna
Sin embargo, la liberación de aquello que es contrario a nuestra esencia y que nos daña, no es un trabajo sencillo. Es fundamental hacer un trabajo interno muy profundo para sentirnos realmente liberados de las inseguridades que nos mantienen aclados a un pasado que no nos deja avanzar.
Experiencias de infancia, críticas, fracasos, frustraciones y dolores en los que irremediablemente intervienen otras personas, aquellas que compartieron esas experiencias y que, de una u otra forma, fueron parte de ese momento…Así, amigos, padres, hermanos, profesores, jefes, etc… se transforman en la materialización del dolor al recordar ese momento. Ellos son el centro de nuestra rabia y nuestra ira y se sitúan como barrera limitante de nuestro crecimiento impidiéndonos avanzar, incluso, sin estar presentes en nuestras vidas.
El perdón clave de la evolución
Esta acumulación de sentimientos negativos generan una enfermedad del triángulo compuesto por la mente, el cuerpo y el espíritu, una enfermedad que se transforma en crónica y que nos impide disfrutar de todos los nuevos comienzos que hay siempre, tras una gran crisis.
El odio, la rabia y la negatividad, nos limitan y nos impiden crecer, dañan nuestra autoestima y generan desconfianza, lo que deriva en temor y éste, es el peor enemigo del crecimiento.
¿Cómo perdonas?
Hasta aquí, todos sabemos que hay que perdonar, ponerse en el lado de la otra persona, entender sus actos y… perdonar.
El perdón no lleva implícito el hecho de volver a relacionarnos ocn esa persona si no queremos hacerlo, es únicamente limpiar nuestro interior de la negatividad que se apodera de nosotros al recordarla, entender sus razones y permitirnos seguir con nuestro camino sin traer a neustro consciente de forma permanente el dolor que la situación y la persona, nos causaron.
Cuando se produce el perdón, una sensación de liberación se apodera de nosotros. Incluso nivel físico pues la somatización permanente de situaciones que nos producen dolor, incide en nuestro bienestar físico.
Aprender a perdonar es un proceso en el que la constancia y la perseverancia son claves. No es suficiente decir yo te perdono, sino que hay que ser capaces de sentir cuando los sentimientos negativos se apoderan de nosotros en cada escenario al que nos enfrentemos y, de forma consciente, decir NO, yo pienso que… y voy a hacer… desterrando lo que haría la otra persona o el dolor que nos supone su recuerdo.
Reciprocidad del perdon a nivel universal
Resulta sorprendente comprobar como cuando perdonamos, la energía que fluye incide no sólo en nuestro bienestar sino también en la persona perdonada. Esta liberación es mutua y se produce aunque no se comparta una proximidad física.
Pasos para lograrlo
- Hágalo concientemente. Si fue su padre quien le causó un dolor. Traiga su persona al conciente en cada escenario complicado al que se enfrente. Analice, como adulto que es hoy, cuales serían las razones que él tuvo para comportase así y, hágalo en un contexto global, en el que la experiencia de vida de su padre que usted puede analizar hoy, le de las razones que tuvo para ser como fue. No es necesario que lo justifique, únicamente que lo entienda y que, de forma conciente diga NO, yo soy de otra manera y quiero actuar de otra forma. Sin rencor y sin resentimientos, únicamente siendo usted y actuando libremente
- Hágalo siempre. Tanto en sus momentos más felices y positivos, como en aquellos que le causen dolor, establezca conscientemente la similitud entre sus actos y los de la persona que le causó dolor y repita una y otra vez, “yo te perdono”
- Celebre sus logros. Siempre que, en un atisbo de lucidez, sea conciente del tiempo que hace que no piensa en la persona y el dolor que le produjo, celebre su evolución
- No cometa los mismos errores. El perdón es sólo una de las partes del proceso de crecimiento. Los seres humanos tenemos tendencia a olvidar en nuestros actos con otras personas, pareja, hijos, compañeros de trabajo, etc. los actos que a nosotros nos causan dolor. Evitemos de forma consciente causar dolor a las personas
- Respete, sea conciente y pida perdón. Todos nos equivocamos, no somos perfectos, los seres humanos que más tiempo dedican a su propia evolución, deben ser consciente que, en ocasiones, todos causamos un dolor. Las disculpas honestas y consecuentes con nuestros actos posteriores, también son necesarias para el crecimiento
Conclusiones
El perdón es un acto mágico en sus resultados y un procedimiento complejo que requiere un gran esfuerzo personal. El esfuerzo en su acepción más positiva para lograr la recompensa final… sentirse un individuo libre y pleno.