El árbol de Odín: Origen del tradicional árbol navideño

El primero árbol navideño se elaboró en Alemania por influencia de la mitología germana y religión católica.

Arbol de Navidad

Cada año, al acercarse la fecha de la navidad, es tradicional llenar la casa con una serie de adornos y arreglos que evocan el espíritu de estas fiestas. Cadenas, guirnaldas y coronas suelen poblar las puertas y ventanas, y en un rincón de la sala se coloca el infaltable árbol navideño rodeado de luces y adornos multicolores.

¿De dónde proviene la costumbre de armar un árbol adornado en estas fiestas?

En honor a Odín

Se dice que en la antigüedad, los germanos contaban en su mitología que la Tierra y los astros pendían de las ramas de un árbol gigantesco cuyas raíces nacían en el infierno y la copa se hallaba en el cielo. Este era conocido por ellos como el Árbol del Universo. Cada mes de diciembre ellos solían celebrar el solsticio de invierno y por ese motivo decoraban un roble con antorchas para posteriormente danzar alrededor de él.

Ya en el año 740, San Bonifacio, evangelizador de Alemania e Inglaterra, derriba el roble por considerarlo pagano ya que se erigía en honor al dios Odín y sabiamente lo reemplaza por un pino que reunía toda una serie de simbología cristiana. Es el símbolo, por ejemplo, del amor inconmensurable de Dios. Fue adornado ya no con antorchas sino con manzanas, que en el mundo cristiano representan las tentaciones, a ellas se sumaban las velas que simbolizan la luz y la gracia divina. El pino además, por ser un árbol perenne es digno representante de la vida eterna y su forma triangular simboliza a la Santísima Trinidad.

Tradición mundial

Esta tradición, ahora absorbida por el cristianismo se expandió por toda Europa durante le edad media y con la conquista, también llegó a América.

El primer árbol de navidad, adornado tal como lo conocemos ahora se vio en Alemania en 1605 y más que por motivos estéticos, fue para abrigar una celebración en un invierno más frio de lo normal. Desde ahí, esta costumbre se extendió hasta España a donde llegó en 1870, a Finlandia en 1800 y a Inglaterra en 1841, donde se vio por vez primera en el Castillo Windsor gracias al Príncipe Alberto quien introdujo este ornamento a la Familia Real.

Con el transcurrir del tiempo, las originales velas y manzanas fueron reemplazadas por las típicas esferas, las guirnaldas y las luces de colores, infaltables en la decoración del árbol navideño.