Los padres: los primeros maestros

La importancia de los padres como primeros guías de sus hijos no es comparable con la educación que puedan recibir en el más prestigioso de los colegios. Su labor marcará de por vida la personalidad del niño.

Madre ayudando a su hija en tareas escolares

En cuanto al método de crianza de nuestros hijos, existe un sinnúmero de opiniones encontradas. Los padres de familia debaten sobre cuál es el mejor y de qué manera lidian con el día a día en sus hogares. Nunca ha sido tarea fácil, así se trate de uno o más niños. El debate da para largo y una pregunta constante siempre será cómo lograr los mejores resultados o en qué nos estamos equivocando en la crianza de nuestros hijos

Existen interrogantes fundamentales sobre el tema: ¿quiénes son mejores educadores: los maestros o los padres?, ¿qué deben enseñar los padres?, ¿qué deben enseñar los educadores?, constituyen las preguntas que siempre nos realizamos todos.

Lo cierto es que deben discernirse asuntos específicos. Los niños desde 0 a 2 años de edad deben tener la guía amorosa, cuidado y protección de un adulto responsable y capaz, quien mejor que la madre, para esa tarea tan delicada. La situación que requiere mayor precaución y análisis se manifiesta cuando la madre necesita ir a trabajar y deja al bebé o niño bajo la tutela de alguien de su confianza, generalmente la abuela, una tía o una nodriza de su entera confianza. Hasta allí todo bien, mientras el bebé aprende a caminar, alimentarse por sí mismo, balbucear sus primeras palabras, entrenarse en el retrete, que son ejercicios fundamentales para controlar las funciones básicas del organismo.

Bajo este acápite, los padres deben tomar muy en cuenta la estabilidad emocional del cuidador que por ende repercutirá en la de su pequeño. No pueden cambiar constantemente de cuidador porque el apego y la necesidad de amor y protección deben venir de la misma persona, de lo contrario el niño se acostumbra, se encariña con su cuidador, para luego sentir pena e inestabilidad cada vez que se realizan cambios antojadizos. La confianza y el cariño no logran restablecerse inmediatamente. El bebé está en etapa de aprendizaje y le cuesta muchísimo adaptarse. Además de ello, los padres de familia que laboren y dejen a sus hijos a cargo de alguien, deberán tener mucho cuidado en darse cuenta si su pequeño es maltratado física y/o sicológicamente o es tratado con amor.

Generalmente, los problemas empiezan cuando los padres llegan cansados del trabajo; el bebé o niño extraña a los padres porque no los ha visto en todo el día; la pareja desea momentos de intimidad, el hijo se aferra a ellos, grita, llora y en casa se arma un alboroto. Algo muy importante que deben tener en cuenta los padres, es el tiempo de calidad que brindan a sus hijos, sea la edad que tengan, desde 0 hasta la adolescencia, la norma general en casa es pasar tiempo juntos, un mínimo de 30 minutos diarios –de ser posible varias horas- mediante el cual deben desconectarse de sus aparatos tecnológicos y disfrutar su paternidad. Se debe tener en cuenta que la necesidad emocional del bebé o niño de ser amado, cuidado y protegido por sus padres, es casi tan vital como respirar. Ese tiempo a solas, sin ningún tipo de distracción como celulares o tv, debe ser aprovechado al máximo y debe estar repleto de amor sin condición. Los padres tienen la oportunidad de conocer mejor a sus hijos, preguntarles cómo fue su día, si se sienten contentos o sienten alguna tristeza, si atraviesan alguna dificultad, chequear su estado de salud y coordinar actividades juntos para los fines de semana.

La misión de los padres, como primeros educadores de sus hijos, es velar por el aprendizaje de hábitos positivos para la vida en sociedad, como tratar bien a los demás, ser colaboradores, enseñarles a ejercer control de sus estados emocionales, aprender reglas básicas de conductas, como saludar, dar las gracias, ser tolerantes, respetuosos, asertivos, portarse bien durante las visitas, entre otros temas de vital importancia. Esa noble misión de forjar el carácter de nuestros hijos se imprime desde los primeros meses de vida y se extiende hasta más allá del colegio.

Se debe reforzar, felicitar y premiar los aspectos positivos de la conducta del niño, desde las primeras interacciones infantiles, siempre a cada momento, hasta que el niño logre comprender a la perfección qué es lo correcto y qué no.

En cuanto al tema de los castigos, para evitar enojos de los padres y/o cuidadores, todos en casa deben estar de acuerdo previamente en cómo corregir la mala conducta de un niño. Esa es la mayor dificultad con que se enfrentan la gran mayoría de los padres, pero nada más equivocado como emplear castigos y reprimendas consecutivas que refuerzan la conducta negativa. Los padres debemos tomar en cuenta que los niños no nacen sabiendo, estos aprenden lo que se les enseña, tal cual como los alumnos van al colegio y aprenden materias básicas, tal como los adultos eligen qué profesión seguir y se educan en la universidad. Nadie nació sabiendo, ni los niños, ni los jóvenes, ni los adultos. En especial, los pequeños necesitan que se les enseñe desde cero, paso a paso, con mucha paciencia, amor y tranquilidad para que aprendan todas las habilidades básicas para la vida. Para ello, no basta con la educación que los padres recibieron en su infancia; en el mundo actual, lleno de nuevos desafíos, inquietudes, contradicciones, cambiante y difícil que nos toca vivir, es necesario tomar conocimiento de todas las fuentes posibles: libros sobre crianza, videos, visitas periódicas a sicólogos –desterremos la errónea idea que a estos solo acuden los que padecen algún trastorno mental- y mejor aún acudir a un sicopedagogo. Toda ayuda es bienvenida y todo recurso educativo que pueda forjar una excelente conducta en nuestros hijos, limará la mayor cantidad de problemas antes de que sucedan.

Como padre de familia, debe estar atento al hecho que los niños, al entrar en etapa escolar, serán sometidos a una fuerte competencia así como al ojo y escrutinio clínico de los demás padres de familia y amistades. Entonces toda inversión o todo esfuerzo en mejorar la autoestima, ejercer liderazgo positivo, crear nuevas habilidades, es válido y los resultados se verán a mediano y largo plazo, conforme su hijo enfrente por sí solo el mundo y sus dificultades.

Algunos consejos

  • Antes de castigar enseñar: una y otra vez con amor, paciencia y dedicación hasta que el niño logre entender lo que usted le está enseñando. Debe tener límites claros con disciplina, horarios de alimentación, de estudio, de sueño, de aseo, de esparcimiento. Si necesita ayuda y no sabe cómo lograrlo, consulte las fuentes más cercanas, abuelos, hermanos, pediatras y sicopedagogos.
  • No golpear a su hijo: eso mella profundamente la autoestima del pequeño y lo deja bloqueado para aprender lo que se le trata de enseñar.
  • Ser muy claro y detallado: explicando punto por punto, en lo que usted desea lograr en su buen comportamiento, antes de realizar cualquier actividad. Las reglas y límites quedarán muy claros mientras los padres vigilen atentos el desenvolvimiento de dichas acciones.
  • No realizar castigos físicos nunca: si después de explicar una y otra vez lo que se espera del niño, este no desea obedecer, no realice castigos físicos, basta con quitarle ciertos placeres como ver la tv, el uso de aparatos tecnológicos, la mesada diaria, el postre favorito, el paseo diario con la mascota de la casa o la bicicleta. Sea muy claro en explicar el porqué castiga; los niños de hoy son demasiado inteligentes y refutan con lógica todo aquello que consideran crueldad de los padres.
  • Negociar, no pelear, discutir, ni gritar: significa escuchar a la otra parte en cuanto a la demanda de sus necesidades y hacerse escuchar en cuanto a lo que deseamos obtener de ellos. Llegar a un consenso y/o acuerdo, donde ambas partes puedan debatir sus exigencias de la manera más educadamente posible.
  • Que los aparatos tencológicos no se conviertan en las niñeras de sus hijos: se ha demostrado que el uso de estos aparatos, desde temprana edad, terminan robando a sus niños la inteligencia, concentración y habilidad en cantidad de horas que tienen para interactuar con sus padres, familiares, amigos, aprender todo tipo de habilidades, valores y virtudes que tienen que aprenderse desde los 6 meses hasta la primera adultez, cuando ya se formó casi por completo su personalidad.
  • Organizar actividades al aire libre con toda la familia: allí pondrá a prueba las habilidades básicas para la socialización del pequeño, como la tolerancia, el respeto, la buena comunicación, la consideración, el compartir, habilidades que todo niño debe saber manejar muy bien. Esas ocasiones son propicias para corregir pequeños defectos de los niños en privado, nunca en público y además estrechará los lazos afectivos entre los miembros de su familia.
  • Dedicarle tiempo al hijo cuando lo necesita: Si observa que uno de sus hijos no logra integrarse al grupo familiar o presenta conflictos, dedíquele tiempo exclusivo realizando sus actividades favoritas, preguntándole si tiene algún problema en el colegio o indagando delicadamente el porqué de sus emociones negativas, qué puede hacer usted para ayudarle, mostrándole siempre todo su amor, apoyo y confianza, pero sobre todo trate de solucionar dentro del hogar cualquier indicio de malacrianza.

Como hemos detallado, los padres tienen una misión muy importante en la dirección de sus hijos que deben tomarse muy en serio y asumirla con toda devoción y cuidado. Si usted desea que sus hijos se comporten bien y a la altura de las circunstancias, nadie mejor que los padres, para pulir ese diamante que es su hijo. Más que los abuelos y/o familiares, los padres son los llamados a convertirse en sus guías, lideres amorosos y ejemplo a seguir . Todo dependerá de lo que los padres enseñen o desatiendan.

Entonces, bajo esa premisa, todo aquello que los niños aprendan en casa desde su nacimiento hasta su adolescencia, será obra y trabajo exclusivo de los padres y/o cuidadores. No pretenda, ni exija que sus hijos sean brillantes si usted no se hizo cargo de ellos cuando más lo necesitaban.

Por ende, podemos concluir que al colegio se va a aprender materias básicas para la formación intelectual, mas no es trabajo de los profesores enseñar valores que debieron aprender en casa como el respeto, los buenos modales y la tolerancia entre compañeros; ese es trabajo exclusivo de los padres. No es justo, achacar a los profesores la mala conducta, las riñas y demás dificultades de conducta que presente el alumno.

Todos debemos entender que los campos de acción, tanto de padres como de maestros son distintos, pero a la vez complementarios en la educación de los niños. Los padres educan y forjan la personalidad de sus hijos, mientras que los docentes educan en el ámbito meramente de materias básicas estudiantiles que influyen en una futura formación profesional.

Muchas veces, en el colegio, la cantidad de horas lectivas no son suficientes ni siquiera para la programación de diversas materias que, obviamente no incluyen, ni incluirán temas como educación emocional y normas de buena conducta que debieron aprender en casa. En familia, los hijos descubren y viven los valores humanos, el amor que debe estar presente siempre entre sus miembros, la tolerancia y la convivencia armoniosa que debe existir.

La gran misión que les fue encomendada a los padres, los primeros maestros, empieza desde el nacimiento y se prolonga toda la vida: “Tienen la noble responsabilidad de educar el alma, educar los sentimientos, educar el espíritu y educar el carácter de sus hijos”.