Inteligencia interpersonal e inteligencia intrapersonal
El psicólogo norteamericano perteneciente a la Escuela de Educación de Harvard, Howard Gardner, formuló en el año 1983 la Teoría de las Inteligencias Múltiples. En ese desarrollo teórico incluyó las dos inteligencias que nos ocupan hoy aquí, la inteligencia interpersonal y la inteligencia intrapersonal.
El psicólogo norteamericano perteneciente a la Escuela de Educación de Harvard, Howard Gardner, formuló en el año 1983 la Teoría de las Inteligencias Múltiples. En ese desarrollo teórico incluyó las dos inteligencias que nos ocupan hoy aquí, la inteligencia interpersonal y la inteligencia intrapersonal.
¿Cuántas inteligencias tenemos?
Gardner explica que, en su opinión, los marcadores de capacidad de inteligencia, como el Coeficiente Intelectual, no bastan para explicar la cognición.
A pesar de que las definiciones conceptuales han ido variando con el pasar de los años, la comunidad científica parece coincidir en que las tradicionales definiciones que ha recibido el concepto inteligencia, no la explican de forma exhaustiva.
Inteligencia Interpersonal
La inteligencia interpersonal se define como la capacidad de comprender a los demás seres humanos, pudiendo lograr una mejor interacción y empatía. Esta inteligencia nos ayuda a comprender a los demás, poder contextualizar sus comportamientos, estados de ánimo y deseos. Si logramos comprender lo que el otro necesita y en que momento lo necesita, alcanzaremos una mejor relación humana con el entorno a través de una óptima capacidad de comunicación.
Aquellos que gozan de poseer inteligencia interpersonal son quienes, generalmente, logran ser populares, queridos por todos, tienen muchos amigos, y se relacionan muy bien con sus compañeros de trabajo. Son personas capaces de hallar la frase adecuada o de ver lo que el otro transmite, sus emociones y sentimientos, de esa forma son capaces de regular su actitud y entregar a los demás mensajes positivos.
Poseer empatía con los otros es necesario para poder vivir en armonía, y para conseguirla es bueno estar en una posición distendida en la vida, ser receptivo a lo que los otros transmiten y hacerlo de forma desprejuiciada y sin conceptos preestablecidos.
Es muy conveniente, para lograr una buena comunicación con los otros, observar sobre todo el lenguaje corporal, los gestos, el tono de voz. Si, por ejemplo, no hay coincidencia en lo que el otro dice y los gestos de su cuerpo, su tono de voz, si está nervioso, etc., debemos prestar atención a lo latente, por sobre lo manifiesto, lo que se deja entrever es más verdadero que lo que se expresa explícitamente.
De esa forma aquel que posea este tipo de inteligencia y la sepa manejar de forma hábil, será muy difícil de engañar.
No es una inteligencia que dependa exclusivamente del manejo del lenguaje, puede tenerse un manejo relativamente limitado de la lengua común, y sin embargo, ser capaz de poseer esta especie de liderazgo, que se observa en figuras políticas, religiosas, incluso en maestros y profesores.
Inteligencia Intrapersonal
La inteligencia intrapersonal, por el contrario, está directamente relacionada con nosotros mismos, con nuestros pensamientos, deseos, capacidades, comportamientos, etc. Esta inteligencia nos permite ver de forma real lo que somos, lo que deseamos y como priorizamos nuestros deseos y obligaciones, para así actuar de forma conveniente. Aquellos que poseen este tipo de inteligencia son también capaces de no engañase a sí mismos, saben cuáles son sus sentimientos y capacidades y los respetan. Estas personas entienden los motivos por los cuales desean, sienten o piensan de determinada manera y pueden así actuar de forma conveniente para ellos mismos.
La inteligencia interpersonal es muy útil a la hora de elegir parejas, carreras o trabajos, poseer el control de nuestras vidas, controlar casi todas las cuestiones que dependan de nosotros puramente, todo esto proporciona un estado de bienestar que se refleja en todos los aspectos de la vida, emocionales, físicos y psicológicos.
De modo que es necesario alcanzar un desarrollo considerable de ambas inteligencias, ya que de nada serviría poseer un absoluto control de uno mismo, de lo que se quiere y se es capaz, si no podemos ver más allá de nuestras narices, no alcanzamos empatía, no tenemos buena comunicación con nuestra familia, amigos o compañeros de trabajo.
Por oposición, si somos muy buenos para comprender, ayudar, comunicarnos, y liderar a los otros, pero no somos capaces de conocer, comprender y controlar nuestro yo interior, no seremos útiles a los otros ni a nosotros.
Una vez más y como en todos los aspectos de la vida, queda de manifiesto que lo mejor es el equilibrio, si podemos desarrollar ampliamente ambas inteligencias, excelente, pero de no lograrlo, más vale poseer equilibrio entre ambas que una muy desarrollada y la otra muy limitada.