El nuevo mundo, fuera del vientre
Durante el primer mes de embarazo los niños comienzan a forjar su carácter y temperamento gracias a las diversas actividades a las que se ven enfrentados, y por sobre todas las cosas, por la estrecha relación que tiene con su madre en el proceso de lactancia, la que obliga por primera vez al niño a demandar alimento, después de haber vivido dentro del vientre materno y estar constantemente surtido de nutrientes y lo necesario para desarrollarse. Ahora, en su nuevo mundo seco, el tiempo es una variable para él, la luz, las voces. Todo es más intenso...
En esta primera etapa de contacto del bebé con el mundo externo, los horarios suponen un punto clave, pues se comienza a aclimatar a las necesidades que su cuerpo en constante desarrollo le demanda, tanto en lo relativo al descanso como en lo alusivo a la alimentación.
El llanto es la primera herramienta de comunicación a la que recurren los recién nacidos, con ella manifiestan sus necesidades y también el carácter que poco a poco van forjando, por lo que es común encontrar niños más fáciles de tratar que otros.
Durante la lactancia, los recién nacidos maman bastante, por esa razón hay que dejarles hacerlo sin restricciones, al menos en un comienzo, teniendo como única limitante el tiempo o la imposibilidad de estar con él en todo momento.
Está comprobado que el hecho de mamar del pecho de la madre, hace que el niño emocionalmente se desarrolle mejor. Luego de un tiempo de adaptación, los bebés se manifiesten por medio del llanto con la única intención de conseguir la atención de la madre o inclusive que ésta lo tome en brazo para sentirse seguro.
Durante los primero tres años de vida, el niño sufre importantes cambios en su desarrollo psíquico, por lo que tiene lugar la mielogénesis y se comienzan a realizar las primeras conexiones neuronales, permitiendo así que poco a poco el bebé funcione de mejor forma con su entorno y se relacione más directamente con quienes le rodean. Así también el sistema nervioso central está en pleno desarrollo, por lo que al comienzo sólo cuenta con un programa genético exacto, que le permite pocas cosas, de entre las cuales se destaca el instinto de supervivencia y el de responder a estímulos externos, motivo por el que sonríen, tienen movimientos involuntarios, responden a ciertos ejercicios de estimulación, etc.
La estimulación de los niños y el funcionamientos de éstos, es un apartado especial por el que deben preocuparse los padres, pues estudios recientes de neurología aseguran que la estimulación temprana de los bebés permite que éste se desarrolle de forma integral, sobre todo cuando quienes participan de esta actividad son los progenitores del bebé, ya que así se reafirma el lazo existente de padre-hijo.
Es recomendado el hablarle a los niños, a pesar de que estos no entiendan, pues de esta forma se consigue:
- Ayuda a la generación de confianza
- El bebé se siente más seguro
Un reconocimiento del tono de la voz de quienes le rodean
Asimismo es muy bueno el demostrarle cariño al niño de distintas formas, acariciarlo, permitirle escuchar sonidos, tocar distintas texturas y en general, dejarle hacer todo cuanto sea posible para contribuir a la creación de conexiones nerviosas en edad temprana.