Violencia verbal con los niños
Un tipo de violencia solapada, sutil, que no deja huellas físicas pero sí importantísimas secuelas psicológicas.
Un tipo de violencia solapada, sutil, que no deja huellas físicas pero sí importantísimas secuelas psicológicas.
El maltrato infantil no se reduce tan sólo a la violencia física o al abuso sexual, hay un tipo de violencia que es mucho más sutil, no tan evidente, no tan explicita, que no deja huellas corporales: Es la violencia psicológica, la violencia verbal.
Insultos, gritos, palabras despreciativas, descalificantes, denigrantes, pueden llegar a ser, en la psique del niño, tan o más perjudiciales que cualquier otro tipo de violencia intrafamiliar.
A través de las palabras se designan las cosas, lo bueno, lo malo, lo lindo, lo feo y así el niño va construyendo, a través de lo que los adultos a su alrededor expresan, su imagen de las cosas y de sí mismos. Por ello, si predominan las palabras agresivas, descalificantes, desvalorizantes, con respecto a él, la imagen que irá construyendo de sí mismo será predominantemente negativa, carente de valor.
La violencia verbal se manifiesta cuando hay una relación de poder, en la que el adulto que es quien lo ostenta, impone su autoridad, somete al niño, el que está en franca desventaja, mediante las palabras agresivas.
Este tipo de violencia es mucho más común de lo que se cree y la sufren niños de todas las clases sociales (baja, media y alta), ya que no es patrimonio de ninguna en particular. Sino más bien producto de una construcción histórico cultural en la que la niñez era poco valorada y se trataba al niño como un objeto, una propiedad y no como un sujeto de derechos. Esta concepción gracias a la aprobación en 1989 de la Convención sobre los Derechos del Niño se ha ido modificando y los países que la han ratificado haciendo esfuerzos gubernamentales para que los mismos se cumplan y respeten. Entre estos derechos que proclama la Convención, está en su artículo 19, el de ser protegidos contra todas las formas de malos tratos por parte de padres, familiares o cualquier adulto a cargo de su cuidado, entre los que se incluye el abuso mental (humillación, acoso, abuso verbal, etc.).
Consecuencias del maltrato verbal en los niños
Hay ciertas características, indicios, señales que evidencian, al igual que en otros tipos de maltrato, que un niño es víctima de violencia verbal, entre ellas:
- Sentimientos de inferioridad, muy baja autoestima, muy pobre imagen de sí mismos, angustia, ansiedad e introversión.
- Los niños víctimas de maltrato verbal se muestran temerosos y sumamente ansiosos ante cualquier nueva experiencia aunque se trate de algo divertido.
- Son niños tristes, frustrados, que raramente demuestran alegría.
- Tienen una percepción amenazante del mundo y se sienten siempre muy inseguros.
- Manifiestan problemas de aprendizaje, atraso en el desarrollo del conocimiento y vergüenza y sensación de fracaso por ello. Esto sucede por la falta de estímulo y la descalificación constante a la que son sometidos, por parte de unos padres más preocupados por la obediencia y la conducta, que por las necesidades de investigación características de la niñez y tan necesarias para el desarrollo y el aprendizaje.
- Los niños víctimas de violencia verbal coartan progresivamente sus expresiones y suprimen sus relaciones interpersonales, enlenteciendo así la adquisición de sus habilidades cognitivas.
- Algunos estudios han evidenciado diferencias significativas en el rendimiento escolar y el nivel intelectual de los niños víctimas de maltrato psicológico en relación a los que no son maltratados, promedialemente entre 20 y 40 puntos menos en su coeficiente intelectual, y aproximadamente, 2 años de retraso en la comunicación verbal.
- De adultos pueden padecer depresión, ya que se ha encontrado relación entre las carencias afectivas y la este problema de salud mental.
- Los niños víctimas de violencia verbal son potencialmente más propensos a repetir de adultos el mismo patrón de conducta.
Conclusión
Los adultos, padres, educadores, familiares, etc. deben tener claro el poder de las palabras y no minimizar sus efectos a la hora de proferir una agresiva o descalificante hacia un niño. Muchas veces términos que parecen inofensivos como por ejemplo: “Siempre te portas mal”; o “Eres un niño malo”, estigmatizan al niño y marcan su psique a fuego, trayendo, consecuentemente, graves problemas futuros.