La interrupción repentina y prematura de la lactancia tiene consecuencias para la madre y para el bebé. Si se trata de una madre con problemas afectivos, estas consecuencias tienen mayor relevancia para ambos.
El mejor alimento para el bebé hasta los seis meses es la leche materna, pero cuando esto no es posible, existe una gran oferta de leches maternizadas que satisfacen a la perfección sus necesidades nutricionales.